Los mataron a mansalva, con saña, como bestias.
No se puede esperar otra cosa, somos un país sanguinario, hemos tenido cinco guerras en lo que va del siglo; los chilenos parecemos inofensivos y tenemos reputación de apocados, hasta hablamos en diminutivo por favorcito, deme un vasito de aguita, pero a la primera oportunidad nos convertimos en caníbales.
Había que saber de donde veníamos para entender nuestra vena brutal, nuestros antepasados eran los más aguerridos, y crueles conquistadores españoles, los únicos que se atrevieron a llegar a pie a Chile, con las armaduras calentadas al rojo por el sol del desierto, venciendo los peores obstáculos de la naturaleza.
Se mezclaron con los araucanos, tan bravos como ellos, único pueblo del continente jamás subyugado. Los indios se comían a los prisioneros y sus jefes, los toquis, usaban máscaras ceremoniales hechas con las pieles secas de sus opresores, preferentemente las de aquellos con barba y bigote, porque ellos eran lampiños, vengándose así de los blancos, que a su vez los quemaban vivos, los sentaban en picas, les cortaban los brazos y le arrancaban los ojos.
Nívea
Isabel Allende
Retrato en Sepia
No se puede esperar otra cosa, somos un país sanguinario, hemos tenido cinco guerras en lo que va del siglo; los chilenos parecemos inofensivos y tenemos reputación de apocados, hasta hablamos en diminutivo por favorcito, deme un vasito de aguita, pero a la primera oportunidad nos convertimos en caníbales.
Había que saber de donde veníamos para entender nuestra vena brutal, nuestros antepasados eran los más aguerridos, y crueles conquistadores españoles, los únicos que se atrevieron a llegar a pie a Chile, con las armaduras calentadas al rojo por el sol del desierto, venciendo los peores obstáculos de la naturaleza.
Se mezclaron con los araucanos, tan bravos como ellos, único pueblo del continente jamás subyugado. Los indios se comían a los prisioneros y sus jefes, los toquis, usaban máscaras ceremoniales hechas con las pieles secas de sus opresores, preferentemente las de aquellos con barba y bigote, porque ellos eran lampiños, vengándose así de los blancos, que a su vez los quemaban vivos, los sentaban en picas, les cortaban los brazos y le arrancaban los ojos.
Nívea
Isabel Allende
Retrato en Sepia
2 Comments:
At 3:16 AM,
JOAN GONZÁLEZ_MIRATGES said…
Hola, en la montaña el viento y las bajas temperaturas forman estructuras increibles.
salut
joan
At 7:40 AM,
Mírame said…
asi veo, salu2, igual.
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